UN MUSICAL BIEN PEGADIZO QUE INVITA A CANTAR Y BAILAR SIN INHIBICIONES
Publicado por Tiempo Argentino
Escrito por Mercedes Méndez
Mamma Mia! reúne las canciones de ABBA que suenan en todo casamiento y las entrelaza con una trama sencilla donde prevalece la alegría. El espectáculo, que ya fue visto por 50 millones de personas en el mundo, no defrauda.
No intenta ser solemne. Tampoco es pretencioso. No se vale de lo majestuoso ni de grandes efectos
especiales. Los creadores del musical Mamma Mia! sabían que contaban con algunas de las canciones más pegadizas del mundo del pop y se valieron del humor y de coreografías rápidas y coordinadas para armar un espectáculo sin fisuras. Ideal para el público que quiere salir de la función cantando las canciones de ABBA y con los discos en la mano, para seguir con la diversión en la casa. Tal vez uno de los secretos de este musical que se convirtió en un fenómeno mundial, que se mantiene en Londres durante 13 años en escena y que ya fue visto por más de 50 millones de personas, sea no pretender ser lo que no es. Mamma Mia! no es un drama complejo, no baja línea sobre ningún aspecto de la vida; es una obra simple, un enredo de romances con buenas intenciones que se apoya en un potente trabajo de dirección y que maneja con habilidad el pasaje de los diálogos a las canciones sin que el espectador tenga la sensación de haber cambiado de canal.
La obra presenta la historia de Sophie (Paula Reca), una joven de 20 años que está por casarse y descubre en el diario privado de su mamá Donna (Marisol Otero) que hay tres hombres con los que ella estuvo y que alguno de ellos podría ser su padre. Para descubrir su identidad, Sophie invita a los tres candidatos a su casamiento: el shock que genera en Donna reencontrar a los hombres de su pasado y el desenlace de este conflicto es, en resumen, todo el argumento de la obra.
¿Y por qué este musical es tan exitoso? Sus creadores en los Estados Unidos encontraron una fórmula que llevan con precisión a cada país donde estrenan la obra. Una dirección ajustada, una banda poderosa y artistas preparados para actuar y cantar, sin que estas dos tareas sean el agua y el aceite. La obra combina la coordinación de las coreografías, a los actores muy atentos a la dirección musical e interpretaciones comprometidas. Cada momento donde termina el diálogo y empieza la canción está absolutamente justificado por el hilo conductor de la obra, tanto desde el argumento como desde las interpretaciones. Y a esto, se le suma el fuerte trabajo con el humor, que viene de la mano de hits históricos. Es casi imposible que el público no entre en la euforia Mamma Mia!: comedia, hits, bailes parejos y nostalgia por una época que ya no está.
Marisol Otero se luce en el papel principal. Sabe manejar tanto el registro del humor como el dramático y la potencia de su voz acompaña los mayores desafíos vocales de la obra. Pero las revelaciones de este musical son las amigas de Donna, Tanya (Gabriela Bevacqua) y Rosie (Silvana Tome). Ellas son las responsables de los mejores momentos de humor del espectáculo: imperdible cuando le cantan a su amiga angustiada “Chiquitita” y empiezan con una serie de imitaciones, que resaltan el tono lúdico de la pieza.
La habilidad de la dirección se nota en cómo se combinan las canciones con el eje dramático. En el momento en que los tres hombres invitados tienen la revelación de que podrían ser los padres de Shopie, en la isla griega donde transcurre la historia hay una fiesta. Claro, suena y bailan “Voulez-Vous”: cuando cada padre por separado habla con su hija, la música baja en volumen pero no pierde intensidad, el ensamble se mantiene atento, haciendo sentir la canción; termina el diálogo y estalla el estribillo. Todo en perfecta coordinación.
Para el final, no queda otra que bailar: la gente que se contuvo durante toda la obra, empieza a cantar y agitar las manos al ritmo de los máximos hits de ABBA. El sello de un musical.
Excelente!
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